"Caelum non animum mutant qui trans mare currunt"

28 de marzo de 2012

▪ Diagnosed with Love



EL DIAGNÓSTICO Y LA TERAPEUTA

El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce.

Hondas ojeras nos delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de ostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Eduardo Galeano
 
 
 

24 de marzo de 2012

▪ If You Blew into my Heart...



BARCAROLA

Si solamente me tocaras el corazón,
si solamente pusieras tu boca en mi corazón,
tu fina boca, tus dientes,
si pusieras tu lengua como una flecha roja
allí donde mi corazón polvoriento golpea,
si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando,
sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño,
como aguas vacilantes,
como el otoño en hojas,
como sangre,
con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo,
sonando como sueños o ramas o lluvias,
o bocinas de puerto triste;
si tú soplaras en mi corazón, cerca del mar,
como un fantasma blanco,
al borde de la espuma,
en mitad del viento,
como un fantasma desencadenado, a la orilla del mar, llorando.

(...)

Alguien vendría, sopla con furia,
que suene como sirena de barco roto,
como lamento,
como un relincho en medio de la espuma y la sangre,
como un agua feroz mordiéndose y sonando.

En la estación marina
su caracol de sombra circula como un grito,
los pájaros del mar lo desestiman y huyen,
sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes
se levantan a orillas del océano solo.


Pablo Neruda


 
  
   
   
 

20 de marzo de 2012

▪ There's Nowhere to Go



LA TRANSFORMACIÓN NÁUTICA

Fue un momento de descuido en el que todo cambió y el colectivo pasó a ser un barco. Las olas estaban inquietas y él tenía los ojos fijos en esa botellita que alguien había dejado tirada en el suelo. Y cada vez que el barco giraba, la botellita se deslizaba de un lado a otro: se hamacaba lentamente y lo hipnotizaba. Todos se mecían al mismo tiempo dentro del colectivo. Todas las cabezas se inclinaban primero hacia la izquierda y después hacia la derecha. Por eso estaba tan convencido de que era la marea la que causaba esa danza de cuerpos y agradecía al cielo estar sentado y no tirado en el suelo rodando como la pobre botella. Y de vez en cuando, una frenada brusca. Una ola gigante que rompía contra el barco. Algunas personas no podían soportar la transformación náutica y decidían escaparse y saltar al agua, dejar la nave y perderse para siempre. Pero él, ¿estaba dispuesto a saltar? ¿O seguiría inmóvil, hipnotizado, dejándose mecer por esa marea de asfalto? Y entonces pensó: ¿Saltar a dónde? Si había algo que recordaba perfectamente, era esa frase que simplificaba tanto la existencia humana: There’s nowhere to go. Miró a su alrededor y se convenció de que era cierto. Era una de esas frases que uno se encuentra de repente en un libro (o mejor dicho una de esas frases que lo encuentran a uno) y a partir de ese momento retumban en la cabeza, perdidas, en todas direcciones, con un eco fantasmal. There’s nowhere to go. There’s nowhere to go. Como si en medio del viaje en colectivo por altamar uno se preguntara: ¿Saltar a dónde? Y en ese mismo instante, sin saberlo, se cayera en nuestro dormitorio ese libro viejo de la biblioteca y al chocar contra el suelo se abriera justo en esa página, con esa profecía oscura y devastadora, que grita a las cuatro paredes que no hay ninguna salida, que no hay ningún lugar donde esconderse, que de uno mismo es imposible escapar. There's nowhere to go, una y otra vez. Y mientras él está hipnotizado por esa botella, que se acerca y se aleja en un balanceo constante, la gente alrededor suyo no soporta más y salta del barco, se tiran todos al agua, el colectivero abre muy gentilmente la puerta en cada esquina y todos saltan, todos huyen en busca de cambios, en busca de algo distinto. La gente no está satisfecha, necesita otras cosas, algo más, algo que no tiene. Pero ¿qué es lo que todos buscan? ¿Por qué se ahogan antes de tiempo? ¿En verdad creen que van a encontrar eso misterioso que tanto anhelan en otros lugares? El primer paso es calmarse y tomar distancia, cerrar los ojos. El segundo, aprender que no hay que ir de acá para allá en busca de la felicidad. Hay que construirla donde estamos, en este mismo lugar, en el barco, en el colectivo, en casa, en el trabajo, en el calabozo, en el libro. There’s nowhere to go. Aquí mismo es donde tenemos que estar. Aquí mismo es donde tenemos que ser felices. O de lo contrario, cargaremos con nuestro pesar y nuestra insatisfacción adonde sea que vayamos. Caelum non animum mutant qui trans mare currunt.

(2012)
    
    
    

16 de marzo de 2012

▪ La rue des écrivains



RUE CHERRIER

Montréal n'est plus une ville de province. Des tas d'étrangers nous rendent visite pour le plaisir. C'est du moins c'est qu'ils nous disent. En toute civilité, ne devrions-nous pas leur apprendre ce que nous sommes et c'est qu'est réellement notre métropole? Je songe surtout aux choses de l'esprit, dont les associations touristiques s'occupent mal. Nous vantons trop peu nos richesses culturelles, notre Place des Arts, nos théâtres.

Un touriste sait au bout de quelques heures à Montréal que le poisson le plus frais en ville s'achète rue Saint-Laurent, que la marijuana se débite à ciel ouvert rue Saint-Denis et que la rue Prince-Arthur est en partie piétonnière. Mais pourquoi ignore-t-il que la rue Cherrier est de loin l'artère la plus intellectuelle de la cité? Y a-t-il en effet une seule calle où l'on trouve à la fois autant d'écrivains? Pendant longtemps la Palestre Nationale a donné le ton dans cette strasse. Depuis quelques années, toutefois, les jeux de l'intellect ont remplacé ceux de la musculature. Cette activité, nous la devons à un modeste syndicat d'écrivains, dont on ne vantera jamais assez le dynamisme.

Le Paris de 1925 pouvait compter sur Montparnasse, Bloomsbury a transformé le climat littéraire londonien du début du siècle, mais que serions-nous sans cette modeste mais robuste via Cherrier? Elle a l'air si petite quand on la compare à la gigantesque mais insignifiante rue Sherbrooke. C'est que sa grandeur est tout intérieure. Les gens de lettres qui vont et viennent dans cette rue, pliant sous le poids de serviettes bourrées de documents, de manuscrits, de billets d'avions et de demandes de bourse, lui ont donné sa grandeur.

La concentration de talents est telle dans cette street que je n'ose m'y promener pendant les heures habituellement réservées au commerce. Les poèmes et les romans, les conférences et les lectures publiques s'y transigent comme à la Bourse. La nuit tombée, l'endroit paraît inhabité. Les gens comme vous et moi peuvent y déambuler, grisés par les effluves de la Création.

Par définition les touristes n'ont pas nos scrupules. Ils se joindront sans vergogne au Gotha littéraire québécois même pendant les heures ouvrables. Comment nos écrivains, si pudiques, si discrets, réagiront-ils? Voyageront-ils encore plus?


Le Regard oblique, Gilles Archambault
   
   
  
  
  
   
 
  

12 de marzo de 2012

▪ Darkest Memory



LA MEMORIA

La mujer de Norberto Rodríguez ha muerto, devastada por el cáncer y por la medicina, al cabo de una agonía de tres meses; y Norberto tiene toda la memoria ocupada por ese tiempo de horror.

Él quisiera arrancar a su mujer de esos suplicios, devolverla a sus días luminosos: la memoria se niega. A veces asoma, en la memoria, algún fulgor venido de los muchos años anteriores al dolor y al adiós, algún pedacito de la alegría compartida con esa mujer querible y queriente. Pero entonces, como en una pantalla condenada a sombra perpetua, las imágenes, atroces irrumpen, invaden y castigan; y no se van.

Norberto quisiera pedir clemencia a su memoria. Él no sabe cómo. Nadie sabe.

Eduardo Galeano
  
 
   
   

2 de marzo de 2012

▪ Geometrically Speaking



GEOMETRÍA FAMILIAR

Ella
Se encuentra
Encerrada en circunferencias.
El futuro se le vino
Ya sin vida
A los pies.
Camina noche y día
En círculos perfectos
Sin poder escapar
De los números imaginarios
Mientras su diámetro aumenta
Y el horizonte se aleja
Y los teoremas se borran
Y las frustraciones se multiplican
Y las potencias se disuelven
Y los sueños se fraccionan
De manera impar.
 
Ella, en cambio,
Ya vivió
Su laberinto oscuro
Lleno de vértices
Y filosas aristas.
El pasado
Nunca la abandonó
Del presente
Y el futuro
Ya no lo ve.
Mira hacia arriba
En plegaria
Y mira hacia abajo
Sostenida por la tangente
Y no entiende
Simétricamente
Porque no puede.
 
Él también
Ya vivió
Pero en silencio.
Quizás dibujó
Demasiados ángulos rectos
Y bisectrices.
Quizás hizo
Y quiso
Pero no lo suficiente.
Y hoy calla
En retrospectiva
¿Con amargura en los ojos?
¿Con sueños sin cumplir?
¿Con orgullo cuadrangular?
Sin dejarnos conocer
Nada
De su extenso perímetro.
 
Y yo
Polígono irregular
Los miro
Con palabras que no entienden.
Les hablo
En línea recta
Y parecemos
Equiláteros y escalenos
Iguales y diferentes
Al mismo tiempo.
Todos ciegos
En distintos mares anegados
Con la misma esencia
Equidistantes
Pero sin comprendernos
Y sin sabernos
Todos juntos
Separados
Condenados a vivir
En círculos concéntricos.

(2012)