"Caelum non animum mutant qui trans mare currunt"

22 de enero de 2016

▪ Time does not Fly

     
    
FICCIONALIZACIÓN
  
Un día se preguntó cómo hacer para perderse en el tiempo, cómo borrar esa presencia constante de los segundos que pasan, que se empujan unos a otros, a veces con más fuerza, otras veces imperceptibles, pero que además nos señalan, nos indican el día, el momento, nos ubican, nos meten de lleno en una estructura, en un espacio cerrado y con una única salida: el momento siguiente. Siempre hacia adelante. Un día se preguntó cómo romper las reglas, cómo cambiar las percepciones preestablecidas, y decidió subirse a un avión.
  
"18 de enero, hora de partida: 23:30". Eso indicaba su pasaje. Estaba a punto de abordar, y en poco más de media hora iba a ser su cumpleaños. Pero su vuelo, con destino a un país exótico y distante, iba a alterar todo por completo. No habría forma de saber exactamente qué hora sería en cada lugar a medida que se fuera moviendo por el cielo. O mejor dicho, la hora iba a ir cambiando caprichosamente, no segundo a segundo, como estamos malacostumbrados acostumbrados. Distintos relojes arrojarían diferentes números. Pensó, entonces, en su viaje como un momento de paz y liberación: "mientras esté volando, el tiempo no reina, el tiempo no existe; cuando aterrice, todo volverá a la normalidad, pero mientras tanto, el tiempo se contradice, renuncia a su esencia de orden incorruptible, deja de ser un ovillo perfecto que se desenrolla poco a poco y pasa a ser una maraña sin forma aparente".
  
Y así fue que empezó su cumpleaños en ningún momento exacto, o en varios momentos desincronizados, pero nunca pudo saberlo. Y así fue que ganó una batalla y deshizo el orden. Derrotó a los relojes. Fue imposible hacer la cuenta regresiva. El avión iba primero hacia el punto A, una parada obligatoria, pero que supuestamente lo llevaba hacia el pasado, volvía a ser antes, volvía a vivir el tiempo ya vivido. El tiempo seguía sumando y avanzando, pero restaba aún más y lo hacía simultáneamente. Después, el avión seguía hacia el punto B, pero como si fuera propulsado por una fuerza de aceleración inhumana, daba un salto automático hacia el futuro lejano, dejando en el medio un tiempo sin vivir, un espacio en blanco, unas cuantas horas sin existencia, con o sin cumpleaños, imposible de determinar. Un terreno inhabitado por él y los demás pasajeros, cómplices incautos de la revolución cronológica. Aunque los relojes de sus muñecas siguieran marchando al unísono, solo anunciaban mentiras y tendrían que ser ajustados a la verdad posteriormente. Eran ecos del pasado, como fotografías viejas, que nunca muestran la realidad. Ese tiempo que brotaba de los relojes era falso o simplemente no era.
   
Claro que finalmente el avión aterrizó y llegaron los saludos por wifi. Cumplió años de igual manera, perdió un poco más de pelo y le salieron más arrugas. Pero su mente había logrado algo que creía imposible: ficcionalizar el tiempo fuera de una hoja de papel. Ese instante preciso, ese inicio, ese traspaso, ese arrancar una hoja del calendario, esa manecilla que cambia de lugar, esa secuencia fija, ese ir sin volver, toda esa construcción invisible dejó de tener sentido gracias a ese viaje con rumbo incierto. Logró neutralizar ese "faltan diez minutos para tu cumple" o ese "¿soy el primero que te saluda?". Y mientras bajaba la escalera del avión en el aeropuerto de destino, osó preguntarse: "si he logrado desenmarañar el tiempo de esta manera, ¿cuántas otras cosas podría también destruir o conquistar?".
   
(2016)
    
    
    

2 comentarios:

YESS dijo...

No sé por qué, cada vez que leo algo que es de la autoría de quien lo escribe, imagino que una parte del texto o varias o muy pocas forman parte de su realidad. Por eso debo preguntarte si fue tu cumple. De chusma, para mandarte tirones de orejas virtuales. Si no es asi, me encanta leerte. Hablas del tiempo como me gustaria hacerlo a mi.
Besos!!

Edgardo G. dijo...

¡Gracias por tu mensaje! Comparto tu pensamiento: al escribir, siempre aparece algo nuestro. A veces disfrazado, pero siempre algo hay. Respecto de si fue o no mi cumpleaños, vamos a decir que sí, que en algún momento relativamente cercano envejecí. Así que acepto el tirón de orejas. Saludos :)