"Caelum non animum mutant qui trans mare currunt"

30 de mayo de 2014

▪ Of Certainty and Sand

      
      
NADA DE CERTERO

Ciertamente tu vida es otra. Todo va cambiando, poco a poco, sin que te des cuenta. Como un reloj de arena, que empieza lleno y termina vacío. O que empieza vacío y termina lleno, según cómo lo veas o dónde te pares. Arriba o abajo. Lo cierto es que tu vida pasa a ser otra y mientras tanto no te das cuenta.

Hasta que un día, esperando el colectivo, te encontrás con alguien que no veías desde la secundaria, y ahí colapsa el reloj de arena, desaparece el vidrio, cae el presente y se choca con el pasado, se mezclan los tiempos. Pero bueno, decís, la secundaria fue hace poco, ¿no? No, te respondés. Hace poco fue la universidad. Y quien dice "hace poco" dice también "hace mucho", porque hace mucho que no ves a algunos compañeros de la universidad. Incluso hace mucho que trabajás, aunque tu primer laburo fue después de terminar la facu. Hace mucho que conseguiste una beca y viajaste. A fin de cuentas parece que lo único que pasó hace poco fue exponer en un congreso al lado de personas con maestrías y doctorados en sus CV. Algo ciertamente tuvo que haber pasado en el medio para que todos los "hace poco" se transformaran en "hace mucho". Tuvo que haber pasado "algo", como quien dice arena, mucha arena.

Los dedos de la mano no alcanzan para contar los años que pasaron desde aquel primer beso, por ejemplo. Y hace poco, ayer mismo, te cruzaste con ella mientras ibas de camino a dar clases. Cómo pasó el tiempo y qué alta que está ahora y qué bien que le queda ese tapado beige. Ella, envuelta en arena, pensás, envuelta en tiempo. Una manifestación más de nuestro calabozo temporal, de nuestra condena a la impermanencia, ella envuelta en tiempo, sin poder quitárselo, prisionera, avanzando por la calle y transformando su vida sin darse cuenta, pisando baldosas, respirando, siendo observada, sujetando el cuello del tapado con la mano derecha y con una cartera negra en el brazo izquierdo, despertando recuerdos, perfumando el aire al pasar, alterando su esencia segundo a segundo, pisada a pisada, a medida que cae la arena. Y ahora que la ves te percatás de que ciertamente su vida es otra. Y te preguntás, mientras cruzás la plaza, qué es lo que nos impulsa a seguir adelante, pese a los cambios. Por qué luchamos por avanzar, si todo avance quedará atrás, irrecuperable, enterrado en la arena ya derramada, ya vivida. Se te ocurren muchas respuestas, pero el cielo sigue nublado y entonces volvés a pensar en tus clases, que te están esperando ahí en frente, cruzando esta calle.

Vos también cambiás todo el tiempo, aunque no tengas un tapado de arena. Ahora por ejemplo estás agotado, pero sabés que vas a entrar, saludar, preparar el salón y de algún lado va a salir esa energía para hablar, enseñar y entretener a los alumnos durante cuatro horas. Tenés la certeza de que todos los cambios terminan siendo buenos, pero al entrar en la biblioteca te sentís vulnerable, no lo podés evitar, y pedís a quien sea que esté escuchando tus pensamientos que los cambios más bruscos no te encuentren desprevenido, que cuando se altere la marea tengas los pies firmes sobre la arena y la fuerza suficiente para asimilar el proceso, que aunque duelan algunos golpes ninguno sea letal.

Cuatro alumnas faltan y la clase se reduce, entonces, a la mitad. Una alumna te dice que no va a poder seguir viniendo porque una obra social con la que trabaja le debe mucha plata. Otro alumno te pregunta si das algún curso intensivo, porque quiere avanzar más rápido. Las cosas van cambiando, la arena no se queda quieta, y de pronto "hace poco" queda atrás, muy lejos del presente. Aunque quizás no siempre tan lejos en sentido cronológico. Pero ciertamente lejos en esencia, a causa de las transformaciones y las diferencias. ¿De quién es esta vida que estás viviendo, entonces, si la tuya no era así?

Tus padres se jubilan, alguien se va de la casa y ciertamente no hay vuelta atrás. Tu vida es otra. Las cosas van cambiando de manera constante, pero te toca aceptar que ningún cambio desemboca en un estado anterior, ya conocido. Cuando algo cambia y se pierde, ya no se recupera. La arena nunca sube en el reloj. Y no hay manera de predecir nada, de estar preparado ante las adversidades. Aunque sepas que en definitiva todo va a ser para mejor, no podés evitar sentir que algunas cosas buenas se desmoronan, que no van a volver, y aunque sabés que siempre vas a estar contento de que pasaron, también sabés que siempre vas a cargar con pequeños vacíos. Y vas a seguir avanzando y vas a ganar, sin dudas. Pero también, y sobre todo, vas a perder. Hoy lo que más sentís es la pérdida. Todo aquello que pasó hace mucho y ya no pasa. Todo eso que se acumula y va ocupando un espacio, un espacio vacío. Todo aquello que algún día pasará y que, precisamente eso, pasará. Pasará, pasará, pero ni lo último quedará. Y entonces te preguntás otra vez lo mismo. ¿Por qué seguimos adelante? ¿Qué nos impulsa? La pregunta no es si vale la pena avanzar, porque sabés que sí, por supuesto que vale la pena vivir. La pregunta es otra y por alguna razón se manifiesta con claridad mientras borrás el pizarrón, mientras van desapareciendo las palabras y el polvo de tiza cae como la arena. ¿Qué sentido tiene todo, si pase lo que pase al final del camino vamos a estar solos?

La vida no tiene nada de certero.
    
(2014)
   
   
    

2 comentarios:

YESS dijo...

Hola Ed :) qué maravilloso es volver a leerte!

Edgardo G. dijo...

Hola Yess :) ¡Qué maravilloso es que vuelvas a leerme! Un beso grande.