¿CUÁNDO APRENDERÁ A NO ILUSIONARSE?
Estuvo a punto de caer o quizá cayó. De hecho, la puerta roja estaba entreabierta y no había forma de saber si la ilusión ya había entrado o no. Técnicamente habría que decir que sí, porque la desilusión le cayó como un baldazo de agua fría en pleno invierno nublado y ventoso. Y para que haya desilusión, tiene que haber habido ilusión, ¿cierto? Así como que para que haya noche, tiene que haber día. Entonces, basta de puertas rojas. Una vez más, tiene que aprender que no. Que los otros. Que el otro. Que el tiempo. Que el olvido. Que la cobardía. Que la distancia. Que arriesgarse. Que las máscaras no. Tiene que aprender que el amor.
That's the secret lesson of the red door. Ahora sólo resta esperar que la desilusión deje de molestar al corazón. Seguramente bastará con un cachetazo de la conciencia. ¿Pero cuándo?
(2009)
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