TEMPUS DEMENSIS
No lo digo yo solo, ¡eh! Lo dicen todas las señoras (con y sin ruleros) que se pasan horas y horas chusmeando que se la pasan barriendo y/o baldeando las veredas, todos los paseadores de perros (y algunos perros, con la mirada), todos los porteros de los edificios y todos los quiosqueros de los quioscos. Hasta los meteorólogos lo dicen. “¡Qué tiempo loco, che!” No, el de los relojes el cronológico no; hablo/hablan/hablamos del de los astros clima. Bah, los dos son locos. Los tres, si (por favor) se me incluye. Esperemos que (no) llueva al menos del cielo, porque 2x3=llueve (¡la humedad y los héctor pascuales!). Ayer llovió (14°) y hoy hay sol (29°) y a partir de mañana —Dios no lo permita— seguro que se reitera repite la secuencia ad infinitummm. Amo Detesto ver nubes negras en el cielo y no saber exactamente cuándo se va a largar a llover, porque es incómodo ("me apuro, ¡antes de que se largue!") y no tengo (al menos yo) una cuarta tercera mano libre y dispuesta a llevar el paraguas (ese que tengo roto y que si bien debería comprarme uno nuevo me gusta mucho porque es chiquito y práctico y además me lo regaló hará unos cinco años mi madrina que tanto extraño y que tan rubia era y que ya no está por culpa de las células locas y del tiempo loco, ahora sí, el cronológico). Y de la temperatura, ¡ni hablar! Ni llorar, del calentamiento global. Que sube, que baja, que ondula, que zigzaguea, que se derrite, que tirita de frío, que de golpe, que ¡achiz!, que sí, que no, que la sensación térmica por las nubes. (¡!)
(2009)
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